Ruta 6 (129Km) : La Sía - Estacas de Trueba - Vega de Pas - La braguía - Selaya - Santa María de Cayón - Solares - Alisas - Riva
Una de las grandes. Tanto por distancia como por recorrido. Pasaremos por tierras pasiegas, como ya hiciéramos en la primera ruta cerrando el pasus natural entre la meseta y la costa (dejaremos la visita a San Pedro del Romeral para otro día, ya que le sucede como a Cai ,que no pilla de paso).
Ruta recomendada especialmente en septiembre. El juego de luces le otorga a la ruta un misterio y hace volar la imaginación. Los naranjas, que rasgan las cumbres como si del camino hacia Oz se tratara; las sombras, que nos rodean y dibujan figuras míticas como queriéndonos contar la historia del lugar.
Las praderas altas, todavía verdes, y los riachuelos cantarines serán un continuo en la parte alta de la ruta. Los buitres, las águilas y el resto de aves verán con interés nuestro paso e incluso se atreverán a jugar con nosotros adelantándonos y volviendo a nuestro lado como si se regodearan de la vista privilegiada de la que gozan y de la facilidad con la que remontan estas montañas. El soniquete de campanos y zumbas serán también parte de la banda sonora de esta ruta.
El ritmo debe ser cómodo y continuo para afrontar la ascensión al Portillo de la Sía. Se trata de una ruta exigente y no debemos regalar fuerzas antes de tiempo porque Alisas no nos perdonará ese descaro. La ascensión a los Collados del Asón debe realizarse de tal manera que podamos apreciar los matices que nos ofrece el paisaje (de no ser así corremos el riesgo de tomar el desvío hacia la Gándara y olvidarnos de subir la Sía).
El paisaje burgalés es un tanto diferente al del otro lado de la cordillera un hecho característico es la techada de las cabañas ya que acá es de losas de piedra, apropiado para soportar el espeso manto blanco. La subida hasta Estacas de Trueba es muy tendida, hecho que nos permite recuperar las piernas del primer esfuerzo de la jornada y preparar nuestros ojos para el paisaje que vamos a contemplar. Rodearemos el Castro Valnera y llegando al alto, si giramos la vista a la derecha, nos parecerá estar viendo la quilla de un gran buque (un barco cargado de recuerdos y de sueños de la gente de la montaña).
El descenso hasta la Vega de Pas es apasionante a la vez que difícilmente realizable sin detenernos en cada uno de los balcones naturales para mirar el paisaje. A nuestra derecha va paralelo el valle del miera, que recordaremos de la primera ruta, a nuestra izquierda queda San Pedro del Romeral, escondido entre los montes. La ascensión al puerto de la Braguía nos brinda una panorámica de la zona desde otra perspectiva, una visión frontal del Castro Valnera puede ser lo más destacado.
Abandonamos la parte alta para bajar hasta Selaya, otra de las zonas con encanto de la región, y hasta podemos meter plato gordo de camino a Santa María de Cayón. En esta transición disfrutaremos con los pueblos que encontramos y con sus edificaciones; y como no, con el buen firme de la calzada.
Si sopla viento favorable hasta nosotros llegará el dulce aroma del chocolate Nestlé y llegaremos sin problemas hasta Solares para volver a respirar aromas de repostería en la entrada a Ceceñas (una advertencia, id bien pertrechados de comida en esta ruta ya que con tanto aroma puede resultar muy duro el viaje)
Y llega la prueba de fuego, la subida que muchas veces se me atraviesa. Todo ciclista tiene una subida con la que se bloquea, es algo psicológico porque no es siempre la más dura ni la más larga. En mi caso es esta vertiente del puerto de Alisas porque juega conmigo. Es dulce al principio, te anima a bajar un piñón; a medio camino sus rectas se hacen eternas y las rampas del final hacen que te vacies teniendo que pagar este alto tributo para poder curzar su puerta. Al igual que las buenas cosas, merece la pena el desembolso. Sobre todo, cuando se ha logrado realizar una ruta como esta con éxito. En el descenso, baja el cansacio y sube la alegría.
Con esta ruta doy por concluída la primera parte de este monográfico. Mañana, cambio de rumbo.
Una de las grandes. Tanto por distancia como por recorrido. Pasaremos por tierras pasiegas, como ya hiciéramos en la primera ruta cerrando el pasus natural entre la meseta y la costa (dejaremos la visita a San Pedro del Romeral para otro día, ya que le sucede como a Cai ,que no pilla de paso).
Ruta recomendada especialmente en septiembre. El juego de luces le otorga a la ruta un misterio y hace volar la imaginación. Los naranjas, que rasgan las cumbres como si del camino hacia Oz se tratara; las sombras, que nos rodean y dibujan figuras míticas como queriéndonos contar la historia del lugar.
Las praderas altas, todavía verdes, y los riachuelos cantarines serán un continuo en la parte alta de la ruta. Los buitres, las águilas y el resto de aves verán con interés nuestro paso e incluso se atreverán a jugar con nosotros adelantándonos y volviendo a nuestro lado como si se regodearan de la vista privilegiada de la que gozan y de la facilidad con la que remontan estas montañas. El soniquete de campanos y zumbas serán también parte de la banda sonora de esta ruta.
El ritmo debe ser cómodo y continuo para afrontar la ascensión al Portillo de la Sía. Se trata de una ruta exigente y no debemos regalar fuerzas antes de tiempo porque Alisas no nos perdonará ese descaro. La ascensión a los Collados del Asón debe realizarse de tal manera que podamos apreciar los matices que nos ofrece el paisaje (de no ser así corremos el riesgo de tomar el desvío hacia la Gándara y olvidarnos de subir la Sía).
El paisaje burgalés es un tanto diferente al del otro lado de la cordillera un hecho característico es la techada de las cabañas ya que acá es de losas de piedra, apropiado para soportar el espeso manto blanco. La subida hasta Estacas de Trueba es muy tendida, hecho que nos permite recuperar las piernas del primer esfuerzo de la jornada y preparar nuestros ojos para el paisaje que vamos a contemplar. Rodearemos el Castro Valnera y llegando al alto, si giramos la vista a la derecha, nos parecerá estar viendo la quilla de un gran buque (un barco cargado de recuerdos y de sueños de la gente de la montaña).
El descenso hasta la Vega de Pas es apasionante a la vez que difícilmente realizable sin detenernos en cada uno de los balcones naturales para mirar el paisaje. A nuestra derecha va paralelo el valle del miera, que recordaremos de la primera ruta, a nuestra izquierda queda San Pedro del Romeral, escondido entre los montes. La ascensión al puerto de la Braguía nos brinda una panorámica de la zona desde otra perspectiva, una visión frontal del Castro Valnera puede ser lo más destacado.
Abandonamos la parte alta para bajar hasta Selaya, otra de las zonas con encanto de la región, y hasta podemos meter plato gordo de camino a Santa María de Cayón. En esta transición disfrutaremos con los pueblos que encontramos y con sus edificaciones; y como no, con el buen firme de la calzada.
Si sopla viento favorable hasta nosotros llegará el dulce aroma del chocolate Nestlé y llegaremos sin problemas hasta Solares para volver a respirar aromas de repostería en la entrada a Ceceñas (una advertencia, id bien pertrechados de comida en esta ruta ya que con tanto aroma puede resultar muy duro el viaje)
Y llega la prueba de fuego, la subida que muchas veces se me atraviesa. Todo ciclista tiene una subida con la que se bloquea, es algo psicológico porque no es siempre la más dura ni la más larga. En mi caso es esta vertiente del puerto de Alisas porque juega conmigo. Es dulce al principio, te anima a bajar un piñón; a medio camino sus rectas se hacen eternas y las rampas del final hacen que te vacies teniendo que pagar este alto tributo para poder curzar su puerta. Al igual que las buenas cosas, merece la pena el desembolso. Sobre todo, cuando se ha logrado realizar una ruta como esta con éxito. En el descenso, baja el cansacio y sube la alegría.
Con esta ruta doy por concluída la primera parte de este monográfico. Mañana, cambio de rumbo.
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