Para quien no lo sepa el río Asón es único río que baja pa Riva
En lo más profundo de Cantabria, oculto por espesos bosques de hayas, robles y encinas, se esconde el nacimiento del río Asón, uno de los parajes naturales más hermosos y desconocidos de la región, donde la fusión de la tierra más virgen y la bravura del agua le han hecho ser conocido como «el valle donde nace el arco iris». La comarca del Asón está situada en la parte oriental de Cantabria y marca los límites fronterizos con la provincia de Burgos. Los encantos de esta zona son muchos, pero si hay que destacar tres excelencias por las que este lugar ha de ser reconocido serían: la Red de Miradores del Alto Asón, con nueve estratégicos puntos elevados que ofrecen las mejores panorámicas del lugar; la Red de Cuevas, que contiene el mayor patrimonio subterráneo de toda la Península, y el Parque Natural de los Collados del Asón, un área de importante valor ecológico que ofrece lo mejor de la comarca.
Pero vayamos por partes. Para introducirnos en este desconocido rincón de Cantabria, la puerta de entrada bien podría ser el curioso pueblo de Limpias, cuya vida parece haberse detenido en el momento que a la talla del Cristo de la Agonía le dio por llorar (allá por 1919). El cauce del Asón, que a esta altura ya baja dócil hasta el Cantábrico, será una buena referencia en todo este viaje.
En Ampuero, una localidad apacible de cálidos veranos y suaves inviernos, el río asoma por cada uno de sus rincones. En este lugar se encuentra un majestuoso roble al que llaman La Rebollona, junto a la iglesia de Cerbiago, con cinco metros de cuerda, y la centenaria encina de Udalla, junto a la bolera, a cuya sombra se celebraban antiguamente los consejos del pueblo. A sólo tres kilómetros, en el barrio de Rascón, está el Mirador de San Pedruco, desde donde es posible avistar el Picón del Carlista y la Sierra de Hornijo.
Siempre a contracorriente, remontando el río, la ruta nos lleva hasta Ramales de la Victoria, villa rodeada de montañas calizas de reconocido valor espeleológico, llenas de cavidades de notables dimensiones que contienen restos de arte paleolítico, como
Toda la comarca es internacionalmente conocida por la cantidad y calidad de sus cuevas. De las 9.000 cavernas que existen en toda Cantabria, 4.500 se encuentran en esta comarca. Precisamente, la Red de Cuevas del Alto Asón, nace para ofrecer a los aficionados, con o sin experiencia, un circuito de visitas guiadas por profesionales espeleólogos con los que adentrarse en un mundo enigmático y poder admirar tan singulares creaciones de
Antes de seguir ruta hacia la parte alta de la comarca, es recomendable disfrutar de las espléndidas vistas que ofrece el Mirador de Covalanas, a cuatro kilómetros de Ramales en dirección a Burgos, desde donde se puede ver el antiguo camino real que utilizó el emperador Carlos V para llegar a Yuste.
Siguiendo el curso natural del Asón, el itinerario atraviesa las localidades de Ruesga —que alberga maravillas naturales como el Hoyo Masayo, una impresionante hondonada tapizada de pastizales— y Arredondo —donde se encuentra la cueva de Cueto-Coventosa, la tercera más grande de la región y donde se han descubierto extraños minerales y restos paleontológicos— antes de llegar al municipio de Soba, uno de los más agrestes, bellos y desconocidos de Cantabria.
El Parque Natural de los Collados del Asón cubre la mayor parte de Soba, que destaca por sus escabrosos macizos calizos que albergan una extraordinaria riqueza espeleológica, así como interesantes bosques de hayas, robles y encinas, y, en general, sus bellísimos paisajes de montaña.
El punto clave es el nacimiento del río Asón, una surgencia kárstica que se precipita al vacío en una imponente cascada que ofrece una caída de más de
La mejor perspectiva de esta maravilla natural es desde los miradores de la parte alta del valle, a tan sólo cinco kilómetros de la villa de Soba. El soberbio vuelo de los buitres leonados y los milanos negros adornan las impresionantes panorámicas. Muy cerca de aquí, se encuentran las cascadas del río Gándara, cuyo mágico y caudaloso manantial también se abre paso entre los macizos calizos por diferentes valles para unirse en Ramales al Asón y, desde aquí, continuar juntos hasta morir mansos en aguas del poderoso Cantábrico.
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