lunes, 1 de septiembre de 2008

The Warriors Prayer - Manowar

Una historia digna de ser contada, por eso os pongo la traducción libre del texto. Quiero dedicar esta entrada a Kull, que me mostró las maravillas del Heavy Metal, hace ya diez años. Ver el vídeo que bien merece un premio.

- Abuelo, ¡cuéntame un cuento!
- De acuerdo, ve y trae tu libro de cuentos.
- No, no, no quiero uno de esos. ¡Quiero uno real!
- ¿Una historia real?
- Sí, cuéntame de cuando tu eras niño.
- Bien, entonces tendré que llevarte conmigo al pasado. En un largo camino a través del tiempo...

Contaba yo con trece años en un frío día de invierno. Mientras caminaba por un bosque encantado, escuché el ruido de caballos y hombres armados. Me sentí obligado a seguir caminando y encontrar el origen de esos ruidos, y cuando el bosque se aclaró me encontraba sobre una colina. Ante mi, los ejércitos del mundo, inmóviles, esperando. Pensé para mis adentros: "¿A quién o qué están esperando?".

De repente una ráfaga de viento llegó desde el Norte, allí apareció un jinete solitario, blandiendo una espada de acero. Luego, desde el Sur, llegó otro jinete, mostrando un hacha de batalla. Desde el Este apareció un tercero, sosteniendo un tridente y, finalmente, desde el Oeste, un jinete que manejaba un gran martillo de guerra. Les acompañaban sus soldados de la muerte, seguidos de un ejército de inmortales. Ellos eran pocos pero, la mirada de sus ojos mostraba a todos los que la mantenían que sólo terminaría este día con la victoria o la muerte. Y hubo un enorme silencio...

Mi corazón comenzó a palpitar, nubes de tormenta cubrían el cielo de oscuridad, comenzó a llover, y los cuatro vientos empezaron a soplar con tal cólera que tuve que sujetarme rápidamente a un árbol. Vi a los cuatro jinetes agitar sus armas en el aire. Sin previo aviso, exclamando su grito de guerra dirigieron el ataque, cabalgando hacia la batalla, ellos, ¡chocaron contra los ejércitos del mundo con un poderoso estruendo! Pude sentir cómo la tierra se estremecía. ¡Ese día la tierra tragó mucha sangre! Cada uno de los cuatro jinetes era, en sí mismo, ¡¡¡un torbellino de fatalidad!!!

Cuando el humo se desvaneció, cientos de miles yacían muertos. Había mucha sangre y vísceras. Sus cuerpos estaban despedazados y esparcidos por todo el campo de batalla, como hojas secas barridas por el viento. Y vi a los cuatro cabalgar juntos hacia lo alto de la colina, mientras a sus pies los soldados de la muerte se reunían. Todos aquellos que ahora les jurarían lealtad.

Y los cuatro pronunciaron la Oración de los Guerreros:

"Dioses de la guerra, yo os invoco, mi espada me acompaña. Busco una vida honorable, libre de todo falso orgullo. Cimbrearé el látigo con un audaz y poderoso saludo. Cubridme con la muerte si alguna vez os fallo. Gloria, Majestuosidad, Unidad. Os saludo, os saludo, os saludo."

Y mientras yo miraba, escuchaba a los ejércitos del mundo aclamarles sin fin, ¡y sus gritos de victoria se propagaron por toda la tierra!

Bien, eso es todo ¿te ha gustado la historia?
- Sí, fue magnífica.
- Perfecto, eso me alegra, ya es hora de irse a acostar.
- ¿Abuelo?
- ¿Sí?
- ¿Quienes eran aquellos cuatro hombres?
- ¿Qué quienes eran?...
¡¡Ellos eran los Reyes del Metal!!


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