Mucho se habla últimamente de que se está implantando una cultura dominante que va a terminar por desterrar las ya existentes. Yo no quiero que eso pase y con mis escritos pretendo contribuir a que ese sentir desaparezca.
Toda cultura viva, evoluciona, y en esa evolución reside la fuerza para que permanezca viva. Cada día compartimos espacio, ocio, trabajo e incluso amor con personas que provienen de entornos culturales diferentes al nuestro. Esto da origen a lo que los sociólogos y antropólogos llamaron multiculturalidad (existencia en un mismo espacio geográfico y social de diferentes culturas pero que influyen poco las unas sobre las otras y que no suelen ser permeables a las demás).
Como primera solución para la coexistencia cívica surgió el modelo de organización social llamado multiculturalismo que afirma la posibilidad de convivir armoniosamente en sociedad entre aquellos grupos o comunidades étnicas que sean cultural, religiosa o lingüísticamente diferentes. Valora positivamente la diversidad sociocultural y tiene como punto de partida que ningún grupo tiene por qué perder su cultura o identidad propia.
Desde el campo educativo y con aportación desde otros ámbitos como la sociología, la antropología o la psicología, surge el concepto de interculturalidad. Con él se trata de superar las carencias del concepto de multiculturalismo que, tal vez, denota una situación más bien estática de la sociedad, al contrario que ésta, que trata de reflejar, de manera dinámica, la interacción de diferentes culturas entre si.
La interculturalidad desde la educación se fundamenta en la consideración de la diversidad humana como oportunidad de intercambio y enriquecimiento; en la incoherencia pedagógica de la educación monocultural, en su aplicación generalizada a todo el colectivo en el convencimiento de que ningún individuo puede llegar a instituir su propia diferencia como elemento positivo de su identidad si no es, a la vez, reconocida por los demás.
Las propuestas interculturales suponen, no tanto una superación del multiculturalismo como su revitalización, aportándole el necesario dinamismo y la dimensión de interacción e interrelación, entre grupos y minorías étnicas diferenciadas, aspectos sin los cuales el multiculturalismo puede quedar en coexistencia y no servir de base de ciudadanía común de sujetos diferenciados.
A diferencia del modelo de fusión cultural (en los que existe pérdida de identidad propia), supone la elaboración de modelos originales procedentes de las culturas en presencia que se incorporan a la cultura nacional de base reforzada y renovada.
Por lo tanto, los elementos centrales del interculturalismo serían la dimensión política del proyecto, el respeto por y la asunción de la diversidad existente, la recreación de las culturas en presencia y la emergencia de una nueva síntesis.
Todo ello para promover la convivencia, que entre otras cosas implica aprendizaje, tolerancia, normas comunes y regulación del conflicto. Ya que la convivencia es un arte que hay que aprender.
Pues bien, después de esta reflexión introductoria. Paso a presentaros a Fanfare Ciocarlia.
La orquesta de metales Fanfare Ciocarlia viene de Zece Prajani que significa "Las diez parcelas", un pequeño pueblo que está al final de un camino imposible al pie de las montañas al este de Rumanía, a un paso de la República Autónoma de Moldavia. Toda la región se caracteriza por su aislamiento, su terreno impracticable y la poesía particular de sus habitantes.
Se presentan como intérpretes de "música oriental cíngara". Sin embargo no piensan que la música deba pararse en la tradición y se dejan inspirar por melodías contemporáneas.
Este convencimiento se puede escuchar en su trabajo discográfico GiliGarabui (2004), un disco en el que incorporan influencias del Jazz y versionan temas como "Caravan" (Duke Ellington) o la popular melodía de las películas de James Bond de una manera sorprendente y original. Su ritmo de ejecución escapa al alcance del más sofisticado metrónomo generando en los escuchantes las ganas de ponerse a bailar.
Toda cultura viva, evoluciona, y en esa evolución reside la fuerza para que permanezca viva. Cada día compartimos espacio, ocio, trabajo e incluso amor con personas que provienen de entornos culturales diferentes al nuestro. Esto da origen a lo que los sociólogos y antropólogos llamaron multiculturalidad (existencia en un mismo espacio geográfico y social de diferentes culturas pero que influyen poco las unas sobre las otras y que no suelen ser permeables a las demás).
Como primera solución para la coexistencia cívica surgió el modelo de organización social llamado multiculturalismo que afirma la posibilidad de convivir armoniosamente en sociedad entre aquellos grupos o comunidades étnicas que sean cultural, religiosa o lingüísticamente diferentes. Valora positivamente la diversidad sociocultural y tiene como punto de partida que ningún grupo tiene por qué perder su cultura o identidad propia.
Desde el campo educativo y con aportación desde otros ámbitos como la sociología, la antropología o la psicología, surge el concepto de interculturalidad. Con él se trata de superar las carencias del concepto de multiculturalismo que, tal vez, denota una situación más bien estática de la sociedad, al contrario que ésta, que trata de reflejar, de manera dinámica, la interacción de diferentes culturas entre si.
La interculturalidad desde la educación se fundamenta en la consideración de la diversidad humana como oportunidad de intercambio y enriquecimiento; en la incoherencia pedagógica de la educación monocultural, en su aplicación generalizada a todo el colectivo en el convencimiento de que ningún individuo puede llegar a instituir su propia diferencia como elemento positivo de su identidad si no es, a la vez, reconocida por los demás.
Las propuestas interculturales suponen, no tanto una superación del multiculturalismo como su revitalización, aportándole el necesario dinamismo y la dimensión de interacción e interrelación, entre grupos y minorías étnicas diferenciadas, aspectos sin los cuales el multiculturalismo puede quedar en coexistencia y no servir de base de ciudadanía común de sujetos diferenciados.
A diferencia del modelo de fusión cultural (en los que existe pérdida de identidad propia), supone la elaboración de modelos originales procedentes de las culturas en presencia que se incorporan a la cultura nacional de base reforzada y renovada.
Por lo tanto, los elementos centrales del interculturalismo serían la dimensión política del proyecto, el respeto por y la asunción de la diversidad existente, la recreación de las culturas en presencia y la emergencia de una nueva síntesis.
Todo ello para promover la convivencia, que entre otras cosas implica aprendizaje, tolerancia, normas comunes y regulación del conflicto. Ya que la convivencia es un arte que hay que aprender.
Pues bien, después de esta reflexión introductoria. Paso a presentaros a Fanfare Ciocarlia.
La orquesta de metales Fanfare Ciocarlia viene de Zece Prajani que significa "Las diez parcelas", un pequeño pueblo que está al final de un camino imposible al pie de las montañas al este de Rumanía, a un paso de la República Autónoma de Moldavia. Toda la región se caracteriza por su aislamiento, su terreno impracticable y la poesía particular de sus habitantes.
Se presentan como intérpretes de "música oriental cíngara". Sin embargo no piensan que la música deba pararse en la tradición y se dejan inspirar por melodías contemporáneas.
Este convencimiento se puede escuchar en su trabajo discográfico GiliGarabui (2004), un disco en el que incorporan influencias del Jazz y versionan temas como "Caravan" (Duke Ellington) o la popular melodía de las películas de James Bond de una manera sorprendente y original. Su ritmo de ejecución escapa al alcance del más sofisticado metrónomo generando en los escuchantes las ganas de ponerse a bailar.
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